Creatividad: uno de los beneficios del tercer mundo
De niño quería ser "inventor", pero cuando me preguntaron "¿qué querés estudiar después de la secundaria?" contesté con una contrapregunta: "¿existe la carrera de inventor?". Luego de una respuesta muy corta, "No", mi sueño se derrumbó.
Al final de cuenta, pasaron más de 30 años y por una cosa o la otra, "no soy nada". Ah, ¡y me encanta!
Hace unos 7 u 8 meses que estamos viviendo en Cuenca, Ecuador y hemos estado teniendo algunos problemas de salud. Si bien no son nada grave, son molestos y claro, no es bueno. Luego hacer algunas pruebas y experimentos, tenemos nuestros primeros indicios de que el agua de esta ciudad no nos cae bien y finalmente llegamos a hacer el experimento que mejor ha funcionado (aunque pasaron varias cosas en el medio): empezamos a comprar bidones de 20 litros de agua.
Esta técnica ancestral ya la veníamos practicando en Bolivia y en Perú ya que ni siquiera la misma gente de las diferentes ciudades donde parábamos bebían el agua de la canilla. ¿Qué pasa aquí en Cuenca con estos bidones? ¡No traen piquito dispenser como en Bolivia y Perú! Por lo tanto, se necesita un soporte sí o sí (o bien, levantar cerca de 20kg cada vez que te querés servir un vaso).
¿El problema? ¡El precio! Incluso antes de comprar el bidón ya habíamos visto en el supermercado que el precio de estos dispenser ronda entre los USD ~15 (los que son solo un soporte con pico) y los USD ~150 (los que se dispensan agua fría y caliente). Vamos, cualquiera de los dos extremos me parecían caros. Los más baratos tiene un recipiente de porcelana (como un balde) y un pico: ¡nada más!