Malas costumbres aceptadas

Note

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La semana pasada, del Jueves al Sábado, estuve en Capital Federal por una reunión de trabajo. Si bien ya conocía Buenos Aires, con todos sus mambos, miles de personas y autos, mucho tráfico, basura, turistas y demás cosas, nunca había vuelto tan asombrado como ésta vez. Shockeado, directamente.

Me alojé con "manuq" en un hostel de pleno microcentro (Hostel Colonial) que dejó muchísimo que desear. El ambiente era feo, la gente te atendía de mala gana, el desayuno estaba helado, el baño erea pésimo y encima, como si todo eso fuese poco, era caro.

Durante todo el día del Jueves y el Viernes estuvimos trabajando mucho y por las noches, un rato antes de acostarnos, salimos a caminar un poquito y a tomar una cerveza. En éstas  caminatas conversamos sobre diferentes cosas del laburo, de nuestras vidas, del arte, del cine y de muchas cosas más. Pero lo que más me quedó resonando hasta el día de hoy es lo shockeado que estábamos y lo “campesinos” que nos sentíamos en Buenos Aires. Es increíble, pero increíble, realmente increíble la cantidad de BASURA que hay en la calle. Montañas. Es inexplicable. Y además, la inmensa cantidad de familias viviendo en esa basura. Familias enteras, todos sentados en la basura y tomando mates arriba de ella. Como si fuese su casa.

Ver eso, en esa dimensión y en pleno microcentro de la ciudad (y no por eso peor, sino porque TODO el mundo lo ve y eso sigue pasando) me dejó paralizado. Hablamos bastante de ésto y pensábamos en lo desesperado que se puede llegar a estar por el “simple” hecho de comer algo para llegar a eso.

Otra cosa que me llamó mucho la antención es la cantidad de volantes con publicidad de prostitución que hay por todos lados. Decenas de volantes pegados en todas las calles del microcentro y alrededores. Estaba sorprendido. Mucha gente, entre ellos niños, pasan todo el tiempo al lado de éstos volantes que están pegados en semáforos, carteles, casas particulares, comercios, tachos de basura, diarios de revistas, persianas... ¡POR TODOS LADOS!

Me propuse arrancar uno cada vez que veía uno diferente en una cuadra distinta y al cabo de media hora de caminar y “seleccionar entre centenares” me traje cerca de 30. ¡Treinta!, treinta que agarré al azar y cada tanto, pero me podría haber traído unos cuantos más teniendo en cuenta que cada 10 metros hay alrededor de 20 papelitos pegados por ahí... sino más.

Estas dos cosas me hicieron pensar mucho en todo lo que vemos y “hacemos como que no vemos”, en cuántas veces miramos para un costado para que no nos haga mal. La realidad está ahí, nos está golpeando en la cara y pidiendo por favor que hagamos algo... Claro... nos dice que hagamos algo, pero no nos dice “qué”. ¿Es mucho pedir ponerse a pensar un poquito sobre cómo solucionar éstos problemas? ¿No estamos demasiados vagos? ¿Que nos falta realmente para que empecemos a actuar? ¿Es nuestra culpa que esa gente esté en esa situación? ¿Es culpa de ellos? ¿Qué hacen ellos para cambiar su situación? ¿Se esmeran? ¿Qué hacemos nosotros para que eso no pase? ¿Qué hicimos nosotros para no estar en esa situación? ¿Es un problema generacional? ¿Realmente hice algo yo? ¿Hicieron algo mis padres? ¿Los padres de mis padres? ¿La gente que está en la calle lo estuvo por varias generaciones?

Y quizás la pregunta/planteo/reflexión/idea/pensamiento más polémico: ¿Qué pasa si realmente se aplica la frase: “Sin clientes, no hay trata” a raja tabla y deja de haber clientes realmente? La gente que trabaja prostituyéndose y que alimenta a su familia gracias a los ingresos que puede obtener por ésto, ¿qué va a hacer?

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