Una obra
Note
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Una obra se hace mi lado. Una obra completamente nueva: "una nueva obra". Una obra que aún no ha sido escrita, que no ha sido pensada, ni siquiera diseña; sino que es "jugada", "descubierta","experimentada". Quién la hace no es un pintor, es un niño. Un explorador de la vida, de la realidad, del mundo en el que vive. Un niño que quizás jamás crecerá; al que la sociedad nombrará artista cuando sea grande.
Sin embargo, mientras escribo me pregunto: "¿qué es una obra?". Tampoco sé la respuesta. Pienso en la diferencia entre una obra, un dibujo, un cuadro, una pintura, o... "¿son todas obras?". "Entonces, ¿porqué la gente que hace dibujos no los llama obra?". Por otro lado, "¿por qué los dibujantes no son llamados artistas?". Me desoriento, me pierdo y me distraigo.
A mi lado, sigo viendo jugar a ese niño. Jugando con pinceles, con sus dedos y sus temperas. Casi acariciando el papel. Lo veo concentrado y pensante. Lo noto concentrado y, al bajar la mirada, veo esos trazos *casi perfectos, *aunque errados constantemente. Pareciera que el trazo siguiente termina el anterior y así mismo veo recrearse la obra en sentido inverso.
Se rompe el ambiente, ya casi tenso por mi pensar, con una conversación: "Ta' lindo el tiempo para sacar fotos, eh?" -me dice. "Sí, lástima que me quedé sin batería" -contesto mientras los trazos siguen siendo marcados en la cartulina negra, vieja y un poco doblada, la que posteriormente será llamada obra: unas cuántas líneas, rayas, manchas y algún que otro choque entre un pincel empapado en pintura contra una cartulina cualquiera.
Sin embargo, no puedo dejar de mirarlo constantemente; casi como si fuera un estímulo, como si hiciera mover mis dedos, presionar las teclas y pensar en todas esas rayas blancas que veo constantemente. Rápidamente, aparecen ojos, nubes y hasta me jugaría a decir que la cola del gato de Alicia en el País de las Maravillas; pero quizás me digan que he estado consumiendo sustancias raras.
Desconcentración. Aparece un bebé repentinamente mientras suena de fondo alguna base cuasi electrónica ambiental. Más desconcentración. Un video de una persona hablando. Lentes, botella en mano y rascándose. Gesticulando como si estuviese en una entrevista.
¡Basta! La obra sigue su rumbo, siguen apareciendo manchas blancas en la cartulina negra. Misma cantidad de nubes, misma cantidad de ojos y la cola del gato sigue siendo una cola de gato. Esto me hace pensar que "pisé un gato" y hoy con más sentidos del que uno podría llegar a pensar. "¿será que esto me está persiguiendo?"
¿Y qué pasó? Se escuchan muchos sonidos, pero claramente hay una guitarra en ellas. Muchos efectos, muchos sonidos, voces y golpes. La obra sigue, y ahora sigue multiplicada. Mucha gente haciendo una obra diferente. También hay una obra musical sonando. Todos esos sonidos se mezclaron perfectamente para producir algo agradable a mis oídos. Hay mucha conexión entre ellos, entre los sonidos y las obras, las miles de obras que circulan al rededor del mundo. Un mundo donde hay más obras que personas; me pregunto: "¿cómo no se le da la importancia que esto merece?". Pensar que una obra es ella misma de acuerdo a la cantidad de personas diferentes que la han visto. Incluso más, una obra es ella misma la cantidad de veces que personas diferentes la han visto.
Esas miles y millones de obras siguen vibrando a mi alrededor. Siento una especie de asfixia artística que explota en mí y termina. Termina la música, termina el sonido, termina la obra. Se escucha una voz de fondo y una en primera plana: "Bueno, ese loco estaba jugando con una loopera". Eso, estaba jugando. Eso mismo es lo que creo: hay que jugar. Jugando se aprende. Se aprende jugando, experimentando, investigando, errando y cayendo.
Estímulos. Mucho de lo que hacemos, sino todo, es gracia a, y depende de, los estímulos que recibimos. Somos estimulados en primera instancia por la naturaleza y en segunda instancia por el mismo hombre. Incluso, hasta somos estimulados por primera vez por el hombre. Aún más, cada vez más vamos creciendo más estimulados por nosotros mismos somos. Viendo lo que nosotros mismos hemos creado.
"¿De dónde sale esto?" -pregunto.
Metafísica y filosóficamente hablando llegamos al mismo lugar, dónde todo empezó. Pero en ese viaje recorrimos otros mundos, mundos que habían sido desconocidos hasta ese momento. Mundos que nosotros mismo creamos en ese momento. Quizás sin darnos cuenta, quizás después de una conversación lo suficientemente banal como para que no llegue a ningún sitio, o bien llegue y se vaya tan por las ramas que hizo que nuevamente lleguemos al mismo lugar.
¡Eso! me siento en la rama. Una rama aún más alta, una rama más cerca de la sima que la rama anterior.
Esa rama que me acerca a la sima, también me recuerda la obra. Ésta cada vez tomando más forma, cada trazo terminando el trazo siguiente y cada siguiente: desconocido. Recuerdo lo que pregunto. Pregunto lo que recuerdo y... nada. No hay respuesta. Pregunto: "¿pregunté?"
También recuerdo cómo las obras cambiaban, de acuerdo a su iluminación, a su encuadración y también a su perspectiva. Entonces, hay más obras de las que aún pensábamos. Hay tantas obras como veces personas diferentes la hayan visto de diferente ángulo y encuadre. Esto es, existen infinitas obras o ninguna. Y eso me lleva nuevamente a preguntarme: ¿qué es una obra?