Un intenso resumen

El 8 de Diciembre de 2014 inicié la "Tercera Etapa" del proyecto Argentina en Python. Esta vez, acompañado por Johanna, a quién conocí en Santiago del Estero allá por Septiembre (si bien no hace tanto en cuanto a tiempo, han pasado tantas cosas que para mí fue hace un montón) con la idea de compartir el viajar juntos y trabajar en equipo en mi proyecto, su aprendizaje de Python y "esto de viajar".

¡Hasta ahora, "esto de viajar", ha sido todo un éxito!

Unas semanas antes de arrancar viaje coordinamos juntos algunos lugares que ambos queríamos visitar, su nombre nos parecía atractivo o bien sabíamos de un algo que había en ese lugar y nos llamaba la atención ir hacia allí. Nuestro primer destino fue Concordia, Entre Ríos.

Un día antes de emprender viaje para Concordia (unas ~4hs) el Couch que teníamos ahí nos cancela. Como esto es algo que es probable que pase, decidimos salir igual e ir resolviendo el problema del alojamiento sobre la marcha. De paso, ya nos íbamos acostumbrando a estas situaciones y conociéndonos el uno al otro. Una vez que llegamos a Concordia, preguntamos en varios lugares, artesanos y demás y nadie sabía de un camping o quedaban afuerísima de la ciudad. Así que, Johanna le mandó un mensaje a Luján (la couch que nos iba alojar a partir del día siguiente en Salto, Uruguay) para preguntar si podíamos ir ese mismo día. Afortunadamente, nos dijo que sí, que no había problema pero que vayamos cerca de las 21hs.

Nosotros, aprovechamos toda la tarde soleada de Concordia para disfrutar de la hermosa playa y costanera que tiene esa ciudad.

DSCF1944.thumbnail.JPG

Panorámica de la costanera de Concordia, Entre Ríos

Cerca de las 18hs, cargamos nafta (sabiendo que en Uruguay es mucho más cara) y salimos para Salto. Al llegar a la frontera, hicimos todo mal: ni bien llegamos, nos mandamos directo como para cruzar (como es en el cruce de Paysandú -que ya he ido) y de toque los canas nos dicen que no, con mucha mala onda, y que tenemos que estacionar el auto y luego hacer los papeles en la oficina. Una vez hecho ese trámite, pasar con el auto por acá. Como ya estábamos casi pasando, y teníamos una cola de autos detrás nuestro, nos tuvieron que correr las vayas y tuve que meter reversa. Un papelón en medio de la frontera.

Hechos los papeles, seguimos adelante sin problemas.

DSCF1954.thumbnail.JPG

Llegamos a Salto, Uruguay

En el ingreso a la ciudad, el tránsito era un caos y yo quería que lleguemos lo antes posible. Así, como si nada, mientras estaba parado esperando que el semáforo me de verde, una moto haciendo zigzag y equilibrio (venía a ~10Km/h) me choca la trompa del auto (del lado del acompañante) y sigue su camino doblando a la izquierda en rojo y como si nada.

Cuando llegamos a la dirección que Luján nos había pasado me fijo en el auto y por suerte no había nada nuevo (o eso creo yo). Como Luján todavía no había llegado salimos a recorrer un poco el barrio para ir conociendo un poco dónde nos íbamos a quedar. Preguntamos en algunos almacenes los precios de las cosas y casi nos caemos de culo: todo sale el doble para nosotros.

Volvemos a la casa de Luján y finalmente nos encontramos con ella que ya hacía un rato que nos estaba esperando. Nos saludamos, nos invita a pasar e inmediatamente nos ponemos a hablar. Antes que nada. Hablamos de viajar, de sus viajes, de los nuestros de Argentina, de Colombia y de Uruguay. Costumbres y curiosidades. Fue una charla muy amena que terminó cuando "empezó a picar el vagre". Esa noche, Luján muy amablemente nos ofreció cenar milanesas hechas en una freidora galáctica, las que aceptamos con un profundo: "Sí, de una!"

Durante la cena hablamos hasta que me estaba quedando dormido en la mesa. El día había sido bastante intenso y todavía nos quedaba organizar nuestras cosas antes de acostarnos. Así que, acomodamos un poco las cosas del auto y bajamos otras y finalmente nos acostamos.

DSCF2042.thumbnail.JPG

En la entrada del teatro de Salto con Luján

Uno de los días que estuvimos en Salto fuimos a recorrer varios museos y nos encontramos con algunas cosas impactantes <parte-de-la-historia>. Ese mismo día, mientras íbamos caminando de museo en museo con un calor que estaba insoportable (por lo que yo tenía el gorro azul y lentes), me llama por segunda vez un tipo que estaba vendiendo almanaques a "los turistas" (y como yo por alguna razón tengo pinta de yankee -ya me lo dijeron varias veces), me grita: "Hey, where are you from, my friend?". A lo que yo contesto: "No, flaco. No quiero comprar nada. No pierdas el tiempo conmigo". Le doy la mano, lo abrazo y sigo caminando con Johanna hacia el próximo museo que nos tocaba.

Media cuadra antes de llegar al museo, paramos a descansar un poquito y a tomar agua porque el clima estaba agotador. Hablamos un rato y seguimos al museo. Lo recorremos y al salir, cuando me voy a querer poner el gorro, no lo encuentro. Lo busco en la mochila exaustivamente y nada. No aparece por ningún lado. Recorro el museo nuevamente para ver si se me había caído y... Nada. Volvemos un poco por los lugares que caminamos y... Nada. Las malas lenguas dicen que el vendedor de almanaques me lo chorió y yo no me di cuenta :S

Nota

Este post no está completo lamentablemente. Pero al menos, cuenta un poquitito de lo que fue el arranque del viaje con Johanna. Aunque durante ese primer mes hayan pasado muchísimas cosas más, no quería que se pierdan estas también.

Este texto fue escrito el 3 de Enero de 2015 y publicado el 7 de Junio de 2015.

Comentarios

Comments powered by Disqus